En un grupo estaban Andrés Bedoya un marcador de punta nacido en Vitarte - Ate; Ismael Soria también marcador de punta oriundo de Huaral; y Luis "Tigrillo" Salazar puntero chalaco.
Bedoya militó en el Atlético Medellín y todas las semanas, después de cada uno de sus partidos, los periodistas escritos y hablados de la alegre Tierra del porro, hablan primores de nuestros compatriotas.
Como todo en la vida la época de la "piratería" se acabó y los cracks peruanos comenzaron a retornar al país para enrolarse en los clubes que mejores propuestas les hicieran. En el grupo llegó un día el "desconocido" Andrés Bedoya que fue a enrolarse al Atlético Chalaco que contaba por entonces con un buen equipo.
Desde su primera presentación, con la gloriosa casaquilla rojiblanca en el pecho Bedoya demostró la enorme calidad que poseía. Su escaso físico (era bajito y muy débil) lo suplía con creces con gran técnica.
Tenía el don de la anticipación, sabía llevar el balón en sus pies con destreza para pasarlo después al compañero que pudiera sacar mayor provecho de las circunstancias, en el fin le basto una temporada en la filas del "León Porteño" para demostrar ser un "Maestro" con la pelota.
Por los años que Bedoya, al que nuestra critica por su precisión lo bautizó como "Cronómetro", destacaba, también brillaba el puntero izquierdo chorrillano Oscar "Huaqui" Gomez Sanchez.
Cada vez que se enfrentaban Alianza Lima y Atlético Chalaco, los aficionados sabían que iban a gozar de un espectáculo aparte con los grandes duelos que sostenían siempre "Huaqui" con "Cronómetro".
Todos sabemos del enorme calidad que reunía en su juego el hermano menor del "Maestro" Carlos, sin embargo la mayoría de sus duelos con Bedoyita los perdiá. El vitartino llegó a conocer el juego "Huaqui" como nadie y sabía como anularlo, por supuesto que siempre con artes nobles pues
Bedoyita por su físico no era recio y tampoco malintencionado, todo lo contrario su fútbol era suave, elegante, agradable a la vista.
Andrés Bedoya vistió la casaquilla patria en varias ediciones de la Copa del Pacífico frente a Chile y también en más de un Sudamericano y en esas confrontaciones su figura se elevó mucho, demostrarlo con hechos tener clase Internacional.
El año 1961 en pleno verano se apagó en el hospital de Bravo Chico, la vida de este gran crack de nuestro balompié y excelente y correcto deportista.
Su muerte fue muy sentida pues era un caballero, un hombre bueno, noble. Su sepelio constituyó una demostración del pesar que su desaparición produjo en nuestros aficionados para siempre lo recuerdan con cariño y admiración.
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